La ruta que aquí os presentamos tiene una carga “espiritual” (si se me permite) que la hace realmente especial. El ambiente de apacible recogimiento al que invita el lugar y la ubicación de un templo de culto religioso aprovechando un sencillo hueco en la roca, eleva la majestuosidad de algo tan enorme como la fe, a cotas que deberían avergonzar la opulencia que rodea a veces a la religión o a los “religiosos”. Al margen de estas observaciones personales e intransferibles, el entorno natural, adornado por las aguas del Forcos y la cercanía de otro encantador pueblecito de montaña, Bergua, son como de costumbre los elementos que harán de esta ruta una completísima propuesta para los andarines que buscan algo más que una senda bajo sus pies.